[…] Y realmente, cuando vi las violetas, las margaritas y las adormideras que cubrían la tumba, recordé que el poeta difunto había dicho una vez a un amigo suyo que el placer más grande que había experimentado nunca en su vida había sido el de ver crecer las flores, y que, en otra ocasión, después de haber permanecido durante un rato tendido, inmóvil, había murmurado con un extraño presentimiento de su muerte prematura: «Siento cómo crecen las flores sobre mí».
Oscar Wilde ‘La tumba de Keats’